Fuente: http://mce2.org/es/activities/short-lived-climate-forcers

El bienestar humano es amenazado a través del cambio climático y la degradación de la calidad del aire. La contaminación del aire y el cambio climático están íntimamente relacionados con respecto a las fuentes, procesos atmosféricos, e impactos en el medio ambiente y en la salud humana. El estado de la ciencia actual enfatiza la urgente necesidad de abordar integralmente el estudio de la contaminación del aire y el cambio climático, logrando también co-beneficios.

Los forzadores climáticos de vida corta (FCVC o SLCF por sus siglas en inglés) —carbono negro, metano y ozono troposférico (a nivel terrestre) — son contaminantes dañinos que se encuentran en el aire y contribuyen también significativamente al cambio climático. Estos compuestos permanecen en la atmósfera un tiempo relativamente corto por lo que se les conoce como forzadores climáticos de vida corta. La evidencia científica reciente demuestra que el control de las partículas de carbono negro y el metano (precursor del ozono troposférico) a través de una rápida implementación de medidas de reducción de emisiones tendría beneficios inmediatos y múltiples para el bienestar humano.

El carbono negro es emitido junto con otros componentes presentes en el material particulado, como resultado de una combustión ineficiente de una gran variedad de fuentes como los motores a diesel, las estufas para cocción de alimentos, calefacción, y la producción de ladrillos. El carbono negro y los compuestos presentes en el material particulado son la mayor causa de muertes prematuras, resultado de la contaminación del aire ambiente y en intramuros. El carbono negro contribuye al calentamiento global al absorber la luz solar; además puede derretir la nieve y el hielo al ser depositarse en ellos.

El ozono troposférico a nivel superficie (smog) no es emitido directamente sino que es un contaminante secundario que se forma a partir de procesos fotoquímicos atmosféricos por tanto debe ser controlado mediante la reducción de sus precursores tales como óxidos de nitrógeno, monóxido de carbono y compuestos orgánicos volátiles y metano, los cuales a su vez son contaminantes del aire. El ozono troposférico es dañino para la salud humana cuando es inhalado y también reduce el rendimiento de las cosechas.

El metano, precursor del ozono troposférico, es uno de los seis gases de efecto invernadero que están controlados bajo el Protocolo de Kioto. Entre las mayores emisiones de metano se encuentran el ganado rumiante, cultivos de arroz, y procesos microbiológicos de residuos (rellenos sanitarios, estiércol y aguas residuales), extracción de carbón mineral y sistemas de petróleo y gas natural.

Tanto las estrategias a corto plazo como las de largo plazo son esenciales para proteger el clima. La disminución del calentamiento en el corto plazo se puede lograr mediante el control de los forzadores del clima de vida corta, mientras que las reducciones de las emisiones de dióxido de carbono se requiren a partir de ahora para limitar el cambio climático a largo plazo.